Patochada ambientada en los concursos adolescentes a cappella que demuestra que el humor burro, ese que tanto y tan ampliamente se critica, no es tan fácil de aplicar, ni mucho menos. Para incondicionales del musical variopinto.
Beca (Anna Kendrick) quiere ser DJ. En la facultad aprenderá que hay cosas que molan mucho más que pinchar temas desde una mesa de mezcla. Lo más agradecido que tienen películas como “Dando la nota” (ver tráiler) es que no tienen que pelear por encontrar un público definido. Lo tienen marcado desde su misma esencia. Así que esta adaptación de la novela de Mickey Rapkin ─que no hemos leído, pero que se antoja “deliciosa”─, a cargo del debutante Jason Moore, tiene claro que juega en la liga de la chavalada adicta a los musicales de nueva generación y los programas televisivos que infestan nuestras pantallas hoy en día de muñecos cantarines. Al que le guste, que la disfrute. Pero artísticamente es una castaña. De dos horas de duración, además.
«Parece que hemos llegado a Muermolandia». Si bien el abrazo de la
lobotomización masiva es lo que prima, algo bueno hemos de sacar de
ella: y es que demuestra que el humor burro, eso que tanto se critica
por su amistad con el sexo, la escatología y la irreverencia social y
religiosa, no es tan fácil de aplicar, ni en sus formas ni en sus
circunstancias. En un entorno en cierto modo ridículo ─concursos de
música a cappella entre adolescentes, una muestra más de la irredimible
tendencia a la espectacularización de todo lo que pueda
espectacularizarse en Estados Unidos─, la ingenuidad de la no-trama se
salpica (literalmente, en ocasiones) de todo tipo de situaciones
chocarreras que no hacen sino enervar a un espectador que,
verdaderamente, no sabe a qué atenerse.
Eso sí, hay que agradecer
a los irresponsables que han auspiciado este desastre que hayan
conformado un casting de personas físicamente asequibles, que parecen
deshechos de títulos atestados de cuerpos sudorosos y perfectos en la
línea de la saga “Step up” y esas zarandajas. Desde Anna Kendrick a
Rebel Wilson, “Dando la nota” propone un amplio elenco coral de
perdedores ─triunfen o no─ ante los que cualquiera puede, al menos,
mantener la mirada. Cuesta centrarse en la no-historia, desde luego,
pero el repelús no proviene de la falsedad de las siluetas que pululan
por pantalla. Y otra cosa positiva: dentro de su metraje muerto, brilla
con intensidad renovada el clásico puño en alto de Judd Nelson que
remata la estupenda “El club de los cinco” (John Hughes, 1985). Aúpa.
jueves, 4 de abril de 2013
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